Durante seis décadas el Sindicato Alberto Hurtado Cruchaga ha luchado para proteger y avanzar hacia mejores condiciones laborales para todos los socios y socias de la organización. En esta nueva celebración de aniversario, donde además se conmemoran 60° años de existencia, la directiva SAHC invitó a los socios, socias y también a ex dirigentes y autoridades de la Universidad, a participar de la tradicional misa y de un desayuno que se llevó a cabo en el Club Naval.
En esta instancia, la Presidenta del Sindicato, Zahamara Aciares, se dirigió a los asistentes a través del siguiente discurso:
Buenos días a todas y todos:
Hoy no es un día cualquiera. Nos encontramos para celebrar una historia que se
ha escrito a muchas manos, con esfuerzo, convicción y esperanza. Son 60 años
de caminar juntos/as. Y aquí estamos: orgullosos y orgullosas, reconociendo el
pasado, celebrando el presente y proyectando el futuro.
Celebramos una fecha importante: nuestra organización cumple 60 años. La
sexta década, la tercera edad… toda una vida. Este hito se suma a otros tantos
que nos han permitido llegar hasta aquí.
Esta celebración representa un año más de historias —individuales y
colectivas—, fruto del esfuerzo y la voluntad de muchas personas que han
trabajado por nuestra causa. Por eso, hoy nos acompañan: José Gaete Miranda,
socio fundador y primer presidente del sindicato; Gerardo Urrutia y Ricardo Brito,
socios fundadores; Máximo Valdivia, Norma Cagliero, Ricardo Álamos, Cecilia
Lanfranco, Oscar Flores, Ruby Canales, Eugenia Pérez, Johana Mella y Luis
Cisternas. Todos ellos y ellas exdirigentes que contribuyeron con su trabajo y
dedicación a nuestro desarrollo.
Queridas amigas y amigos exdirigentes (dirigiéndose a los aludidos/as):
valoramos profundamente su esfuerzo, generosidad y compromiso en la defensa
de los derechos de las y los trabajadores. Gracias por abrir camino, por sostener
con convicción lo que hoy disfrutamos como organización. Muchos de los
beneficios actuales son fruto del diálogo, la lucha y la entrega que ustedes
protagonizaron.
Ahora bien, seamos claros: ni son todos los que están, ni están todos los que
son. Es justo agradecer también a quienes, muchas veces desde el anonimato,
han trabajado en comisiones, mesas técnicas o gestiones cotidianas. Su
esfuerzo silencioso también ha sido clave. A todas y todos ustedes, vaya nuestro
especial agradecimiento, porque también han sido protagonistas de esta historia.
Y ya que hablamos de historia, recordemos algunos hitos relevantes:
Nacimos como organización el 14 de mayo de 1965, bajo el nombre de Sindicato
Profesional de Empleados de la Universidad Católica de Valparaíso.
En 1973, cuando nuestro sindicato era apenas un infante de ocho años, la
dictadura cívico-militar desmanteló buena parte de las organizaciones sociales.
En nuestro caso, el contraalmirante Alberto De la Maza, rector delegado
designado, decretó su cierre.
El 18 de diciembre de 1980, a los 15 años, nuestra organización fue obligada a
reformar sus estatutos para adecuarlos al D.L. N.º 2.756 de 1979, parte del
llamado Plan Laboral, ideado por José Piñera. Este plan buscó:
- Reducir el rol del Estado en las relaciones laborales, dejando la resolución
de conflictos al poder judicial. - Debilitar la acción colectiva de los sindicatos, limitando su poder de
negociación. - Promover la libertad individual de asociación, fragmentando la actividad
sindical. - Separar tajantemente lo sindical de lo gremial. Esto último produjo una
anomalía que persiste hasta hoy: Chile es el único país de la OCDE —y
probablemente del mundo— donde los gremios están formados por
empresarios. En el resto del orbe, los gremios son asociaciones de
trabajadoras y trabajadores reunidos por oficio o profesión, y su origen se
remonta a la Edad Media.
Junto con esos cambios, también se modificó nuestro nombre: pasamos a ser el
Sindicato de Trabajadores de la Empresa Universidad Católica de Valparaíso Nº
2.
En 1985, a los 20 años, retomamos plenamente nuestras funciones sindicales.
Durante esos años, la defensa de los derechos se realizaba a través de los
pliegos de peticiones. Sin embargo, desde 1991, los logros se comenzaron a
alcanzar mediante negociaciones colectivas hasta que en 1993, a los 28 años de
vida, no hubo acuerdo y se votó la huelga. Fue un momento difícil, pero
aprendimos el valor del trabajo colectivo, del diálogo creativo y de la buena
voluntad.
Ese mismo año, el 10 de septiembre de 1993, reformamos parcialmente
nuestros estatutos y pasamos a llamarnos Sindicato de Empresa Alberto
Hurtado Cruchaga de la Universidad Católica de Valparaíso, en reconocimiento
al legado de Alberto Hurtado en la dignificación del trabajo y su coherencia con
la Doctrina Social de la Iglesia.
En la misma línea, el 9 de junio de 1999, en conjunto con la Universidad y otros
organismos institucionales, se realiza un homenaje al Cardenal Raúl Silva
Henríquez, en reconocimiento a su trabajo por la defensa de los derechos
humanos y laborales.
El 6 de abril de 2004, a casi 39 años de vida, volvimos a reformar nuestros
estatutos, esta vez para adecuarnos al Código del Trabajo modificado por la Ley
Nº 19.759. Asumimos el nombre actual: Sindicato de Empresa “Alberto Hurtado
Cruchaga” de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, adscrito al rubro
de Instituciones de Educación Superior.
El año 2016, cuando cumplíamos 51 años, enfrentamos probablemente la crisis
más profunda de nuestra historia: tras un fallido intento de fusión con el
Sindicato N°1, la directiva renunció en bloque —salvo Max Valdivia—, y
quedamos acéfalos. Sin embargo, nos reorganizamos, nos reestructuramos y
salimos adelante. Una vez más, el diálogo, la participación, la buena voluntad y
la creatividad de las socias y socios sostuvieron esta organización.
Gracias al acuerdo de voluntades y al diálogo con el gobierno universitario,
hemos logrado avances relevantes como por ejemplo: hombres y mujeres nos
podemos desvincular de la universidad a los 65 años en igualdad de
condiciones, cinco días de permiso anual adicionales al feriado legal y otros
permisos, el aumento del sueldo mínimo a $600.000, la adecuación a la jornada
laboral de 40 horas, el receso de fin de año, y —especialmente— el desarrollo
de una futura Política de Personas, que esperamos vea pronto la luz e impulse
mejoras concretas en el desarrollo laboral y el cuidado de las personas.
Sesenta años pueden representar toda una vida para una persona. Pero en
nuestro caso, representan el paso de muchas personas que comprendieron que
solo es posible avanzar si estamos unidas/os, cohesionadas/os y trabajando
colectivamente por objetivos comunes.
Porque si le va bien a la universidad, le va bien a sus trabajadores/as. Y
trabajadores/as contentos, valorados y realizados en su labor, hacen grande a la
universidad.
Nuestra universidad aspira a transformar la vida de las personas. Nosotros,
como sindicato, buscamos avanzar en unidad y solidaridad. No son caminos
distintos: ¿qué mejor que transformar la vida de las personas desde estos dos
principios?
Queridas compañeras y compañeros:
Estas palabras, simples pero potentes, son la clave para avanzar:
Unidad. Solidaridad. Organización. Justicia. Esperanza. Y Diálogo, siempre el
diálogo. Porque cada vez que se pierda cualquiera de las otras, a través del
diálogo se restituyen las confianzas y se puede volver a recomenzar.
Así seguiremos defendiendo nuestros derechos laborales, fortaleciendo nuestras
negociaciones colectivas y asegurando la permanencia del sindicato para las
futuras generaciones.
Que cuando llegue el centenario —y llegará, sin duda—, que las y los
trabajadores de ese tiempo nos recuerden con orgullo por el compromiso que
pusimos hoy en nuestra causa común.
Muchas gracias.



















































