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Conmemoración 50 años del Golpe Militar y el quiebre de la democrático en Chile: Palabras del Sindicato Alberto Hurtado Cruchaga

Recordando momentos de la historia…

Hay muchas historias que podemos recordar, varios de los y las presentes vivió el 11 de septiembre de 1973 y guarda su propia experiencia. Otros, por su edad, aún no habían nacido o eran muy pequeños, por tanto, han construido los hechos ocurridos a partir del relato transmitido fundamentalmente por la familia y gente cercana.

Hoy queremos compartir la historia de un compañero de labores, don Luis Cisternas Medina, quien ha cumplido nada menos que 50 años de servicio en nuestra universidad. Su experiencia del golpe fue precisamente aquí, y fue testigo de la historia vivida por los trabajadores y estudiantes que se encontraban ese martes 11 de septiembre en Avenida Brasil 2950. Este relato es suyo, y es parte de sus recuerdos y de su experiencia. Paso a relatar:

“El 11 la universidad se encontraba tomada por estudiantes y trabajadores. A las 06.30 de la mañana ingresó a la casa central un contingente de la marina, quienes informaron que las fuerzas armadas tomaban el mando de la nación, y nos obligaron a todos a hacer abandono de las dependencias y nos ubicaron en el bandejón central de avenida Brasil. Registraron nuestros datos personales y nos indicaron que debíamos retirarnos a nuestras casas en forma tranquila. 

Recuerdo los rostros de los compañeros, de los estudiantes, el desconcierto nos invadía a todos, la sensación de incertidumbre, por no saber las consecuencias que traería todo esto en la vida democrática de nuestro país. Retornamos a casa, el regreso no fue tranquilo, había enfrentamientos entre civiles y militares, tuvimos temor de no llegar…

En relación a las organizaciones sindicales, el mismo día 11 de septiembre fueron obligadas a interrumpir su trabajo, los dirigentes fueron exonerados y/o apartados de sus cargos, y ambos sindicatos dejaron de funcionar, solo se les permitió designar a una persona como representante para recaudar las cuotas ordinarias de sus socios y socias. De este periodo el último trabajador exonerado de la dictadura fue el auxiliar de servicios Luis Ruiz Salas, quien se enfrentó con un profesor, a quién valientemente acusó de ser cómplice de la dictadura.

En 1974, un grupo compuesto por sacerdotes y trabajadores de la universidad desarrolló un trabajo clandestino colaborando con la Vicaría de la Solidaridad para reunir información respecto de personas detenidas y de desaparecidos. Recuerdo especialmente a los sacerdotes Andrés Aninat y Jorge Sapunar, y a los trabajadores Juan Torres y Jorge Pacheco, con quienes compartimos durante años esta misión.

En 1981, con el plan laboral los sindicatos retomaron sus actividades y a partir allí se inició un proceso de convergencia entre trabajadores/as, estudiantes y la asociación gremial de académicos para expresar un rechazo categórico a la dictadura y para defender la autonomía universitaria.”

Quiero hacer ahora una breve y necesaria pausa en el relato de Luis, para ayudar a comprender el contexto histórico. El plan laboral al que él se refiere fue impulsado por José Piñera, en aquel entonces ministro de la dictadura. Consistió en reformar las leyes laborales, favoreciendo la flexibilidad y la desregulación. En términos sencillos, se promovieron los «contratos individuales», se descentralizaron las negociaciones, se eliminó la «estabilidad laboral» que impedía los despidos arbitrarios y se inició el sistema de pensiones de las AFP.

Retomo el relato de Luis:

“A partir de 1985 nuestra universidad fue el centro de las manifestaciones estudiantiles contra la dictadura en nuestra región, las que se mantuvieron hasta 1988 aproximadamente.

En diciembre de 1989 la universidad fue tomada por un grupo de la Federación de Estudiantes, quienes exigían la renuncia inmediata de Augusto Pinochet, la toma duró alrededor de una semana y media. El rector de la época, don Juan Enrique Fröemel, se negó a autorizar el ingreso de carabineros para desalojar a los ocupantes.

Luego de esto, los estudiantes convocaron a los sindicatos e hicieron entrega voluntaria de la universidad. Pidieron evidenciar que las dependencias se encontraban en buenas condiciones y sin daños. Los estudiantes también entregaron a uno de los dirigentes la bandera institucional de la universidad y las llaves de la puerta principal, la reja grande de la entrada de Brasil 2950.”

Esta bandera que permaneció casi 33 años fuera de la universidad, fue entregada por nuestro sindicato a don Claudio Elórtegui Raffo, quien era aún rector, en julio de 2022. Fue un momento muy emotivo, por todo lo que representa este patrimonio lleno de historia, que regresó a su casa en un gesto de conciliación y compromiso.

Hasta aquí el relato de nuestro compañero. Por supuesto que su testimonio es más extenso, está lleno de matices, emociones, experiencias, pero es imposible condensarlo en estos pocos minutos.

Esta es una de las historias que se vivieron en nuestra universidad, y quiero destacar el hecho que él es parte de un grupo importante de personas de todos los estamentos y especialmente estudiantes, que lucharon por el respeto a la vida y las libertades personales desde sus diferentes áreas, por el retorno de la democracia y que defendieron la autonomía universitaria en todos los sentidos.

Hoy estamos conmemorando 50 años del golpe y aún estamos detenidos entre las mismas dos posturas de antaño: entre aquellos que creen que lo ocurrido fue inevitable y necesario y quienes creemos que nada justifica la violencia. Sin embargo, aún enfrentamos una serie de desafíos heredados de este período y otros más contemporáneos que afectan nuestro desarrollo humano y nuestro bienestar biopsicosocial.

La dictadura dejó un doloroso y triste legado de violaciones a los derechos humanos, incluyendo torturas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. A pesar de los esfuerzos por establecer justicia y verdad, muchas familias aún buscan saber qué sucedió con sus seres queridos. La memoria histórica y la reconciliación siguen siendo temas sensibles. Y aquí es necesario terminar de una vez con los negacionismos.

Cabe señalar que, la declaración del senado académico como consecuencia del análisis de la situación nacional a que se abocó la universidad católica de Valparaíso en los meses de mayo y junio de 1973, pone de manifiesto la posición institucional de la Universidad ante la crisis política del país, cito: “La universidad no desea las salidas extra constitucionales, ni la guerra civil ni el golpe de estado parecen ser soluciones para chile.  Ellas debieran encontrarse dentro de los marcos fijados por la constitución. En todo caso, el punto de referencia obligada para definir la validez de cualquier solución que se aplique es y será siempre mayor o menor grado en que se respete la dignidad de la persona humana.”

El relato de Luis Cisternas es uno de los tantos que representa dolor y sufrimiento de este capítulo de la historia de nuestro país. Lo ocurrido es injustificable, el respeto a la libertad de pensamiento y el diálogo son la base para una sana democracia. Es la diversidad la riqueza de un país, los totalitarismos de cualquier orientación no deben tener cabida bajo ningún concepto. Esto es justo y necesario, para que nunca más en Chile el sectarismo el dogmatismo y abuso de poder se hagan cargo de la democracia.

Muchas gracias.

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