Por Jessica Medina @queleo_algarrobo
“Desde los tiempos de Marx, ha quedado claro que el salario es la herramienta mediante la que gobierna y se desarrolla el capital, es decir, que el cimiento de la sociedad capitalista ha sido la implementación del salario obrero y la explotación directa de las y los obreros. Lo que no ha quedado claro y no ha sido asumido por las organizaciones del movimiento obrero es que ha sido precisamente a través del salario como se ha orquestado la organización de la explotación de los trabajadores no asalariados. Esta explotación ha resultado ser todavía más efectiva puesto que la falta de remuneración oculta: en lo que a las mujeres se refiere, su trabajo aparece como un servicio personal externo al capital”.
De esta manera, Silvia Federici, en el capítulo 2 de su libro El patriarcado del salario, inicia su crítica sobre la obra El capital de Marx. Por supuesto, reconoce el aporte de Marx al visibilizar el trabajo femenino y como en esos años se diferenciaban los salarios de las mujeres en las fábricas, aun cuando muchas veces realizaban tareas similares a la de los hombres. Sin embargo, en El capital se invisibiliza el trabajo doméstico no remunerado y peor aún la doble carga de trabajo de las mujeres que también participaban del trabajo salarial. Es así como Silvia desde sus investigaciones ha aportado con una nueva perspectiva al análisis marxista y materialista del trabajo.
Silvia Federici es una reconocida escritora feminista y italo-estadounidense, famosa en todo el mundo por su crítica a Marx, pero también ha sido una de las impulsoras de las campañas que piden un salario para el trabajo doméstico desde los años setenta. En la década de 1980 trabajó durante varios años como profesora en Nigeria, desde esta experiencia nacieron libros como: Calibán y la bruja y trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas (ambos títulos se encuentran disponibles en nuestra librería). Adicionalmente, en sus investigaciones asegura que el trabajo reproductivo y de cuidados que hacen gratis las mujeres es la base sobre la que se sostiene el capitalismo, de esta manera las personas de sexo femenino tienen menos oportunidades de desarrollo profesional y se asegura la reproducción de la mano de obra.
Si bien las investigaciones de Silvia Federici son famosas en todo el mundo, también en Chile, y ya hace muchos años que ha realizado estas afirmaciones, es triste ver aún como en nuestro país, a pesar de los avances tecnológicos, estas palabras se encuentran tan presente para las mujeres. Es así como aún vemos grandes diferencias salariales entre hombres y mujeres, aunque realicen la misma tarea, como los altos cargos ejecutivos son ocupados por hombres, si solo hay que mirar las gerencias y los rectores de las universidades, prácticamente todos hombres y peor aún, todavía no hay soluciones como jardines o salas cuna para que las madres puedan trabajar tranquilamente, digo madres, ya que socialmente este punto no representa un problema para los hombres. Solo hay que recordar a cuántas mujeres en entrevistas de trabajo les han preguntado si tienen hijos/as, ¿les hacen esa pregunta a los hombres?
Por otro lado, y quizás uno de los más terroríficos temas es donde Silvia relaciona a la maternidad como una forma de capitalismo. Esto me lleva a muchos recuerdos de reportajes de cómo anticonceptivos defectuosos han sido entregado gratuitamente en los policlínicos, es decir, a las mujeres socioeconómicamente más vulnerables, quienes han quedado embarazadas cuidándose y confiando en los mecanismos que el Estado les entregó, no obstante, estos fallaron y se vieron enfrentadas a embarazos no deseados, sin tener más opciones que tener a esos bebés, ya que como sabemos tampoco tienen la opción de abortar. De esta manera es posible observar como las familias más pobres de este país tienen muchos hijos/as, pero en realidad, ¿esas mujeres tuvieron la opción de no tener a estos niños/as? Y ni siquiera es necesario mencionar que quienes mayoritariamente asumirán el cuidado de los más pequeños serán las mujeres.
Es cierto que como sociedad hemos avanzado en algunos aspectos de equidad, pero aún estamos lejos de lograr una inclusión e igualdad en todos los aspectos, no solo de género. Espero que en un futuro no muy lejano podamos afirmar que efectivamente en este país todos y todas los que nacen lo hacen con las mismas condiciones y oportunidades.